Páginas

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Sobre las primarias

En lo que he venido denominando "terapia de choque contra el sindrome postvacacional" he tenido la ocasión de  intercambiar impresiones con muchas personas, personas de izquierdas y demócratas. Les planteaba una cuestión la que en general tuvo buena acogida, se trata de introducir la demócracia en los partidos haciendo obligatorio que en sus respectivos estatutos se recoja la idea de unas primarias, es decir, que no suponga un esfuerzo adicional llevar a cabo este proceso de democracia interna, sino que ya esté previsto de antemano.

Y que esto se obligatorio, que si no hay dos candidatos, al menos, el que ensillable sea democraticamente ratificado por su asamblea, basta de democracia digital y de ir soltando a diestro y siniestro paracaidistas.

Tampoco me gusta, porque lo considero una forma de buscar falsamente la unanimidad, de la que me declaro enemigo. Desde que leí a Jhon Stuart Mill, cada vez que todos vemos las cosas de la misma forma me da la sensación de qué algo se me escapa. Decía que no me gusta aquello de "votos en contra? Abstenciones? A favor? Se aprueba por unanimidad"

4 comentarios:

  1. No es mi intención polemizar contigo, pero ya que sacas el tema estoy seguro de que apreciarás mi aportación a este debate siempre tan de moda.

    En primer lugar tengo que decir que cada vez que oigo la palabra "primarias" en cualquier partido... se me erizan los pelos de la nuca. No sé, es algo instintivo, un sexto sentido.

    Hecha esta declaración visceral, y siendo objetivo, hay que decir que las primarias son un mecanismo perfectamente válido para la elección de candidatos y candidatas a lo que sea. Exactamente igual que cualquier otro mecanismo elegido democráticamente. Y esto es importante. La afirmación de que introducir las primarias en los partidos es introducir la democracia, no sólo es errónea, sino que presupone que ningún partido es democrático internamente. Pues mire usted, unos más y otros menos.

    Y seguir ese hilo argumental que planteas también nos lleva a otros problemas. Si que los candidatos sean designados directamente por la bases es democrático, ¿no lo es igualmente si son designados por los órganos representativos que esas mismas bases han elegido en asambleas y congresos? ¿Es que acaso las bases aciertan y son la representación de la democracia pura en las primarias, y sin embargo cuando se trata de elegir órganos directivos que les representen siempre se equivocan y no son democráticos? A ver si nos aclaramos. Si el criterio de las bases es válido para una cosa, también lo es para la otra.

    Con esto creo haber desmontado la tesis de que las primarias son sinónimo de más democracia. Son un mecanismo más, tan válido y democrático como cualquier otro con el que se dote un colectivo.

    ResponderEliminar
  2. Entrando a hablar de las primarias en sí, tengo que decir que tienen sus pros y sus contras.

    En primer lugar el mero hecho de recurrir a las primarias en cierta manera conlleva, por lo que decíamos antes, la afirmación implícita de que los mecanismos internos del partido no representan a las bases o no son suficientemente democráticos. De ser esto así, que puede ser perfectamente, las primarias sólo sirven para salir del paso, pero no solucionan el problema de fondo que pudiera tener ese partido. En ese caso yo me centraría más en reivindicar una revisión democrática profunda del funcionamiento interno antes que cualquier otra cosa.

    Pero también es cierto que un proceso de primarias puede dar la palabra a los militantes cuando un aparato de un partido se aleja de la opinión de las bases. Si se da este distanciamiento, es fácil que de forma "natural" surjan alternativas y peticiones de primarias, y estas acaben realizándose, ya que muchos partidos las contemplan como una opción. Este proceso, desde mi punto de vista, más que un "esfuerzo adicional" es la expresión de las bases cuando no se sienten representadas, y la afirmación positiva de que aunque algún aparato se oponga existen cauces democráticos dentro de dicho partido.

    Otra cosa que hay que señalar es que cuando se realizan unas elecciones abiertas de este tipo, y no por un órgano colegiado que conoce los méritos y capacidades de cada uno, hay muchas posibilidades de que acabe ganando el/la más guapo/a o simpático/a, y no necesariamente el/la más válido/a o el/la que represente mejor la política del partido. Esto no es ni bueno ni malo, en democracia es sencillamente así. Pero sí se puede volver un problema grave cuando entran en escena los medios de comunicación externos. Medios que siempre están al servicion de alguien y que harán campaña por el candidato que más le interese a los fines que persiguen, y que rara vez coinciden con los del partido que esté haciendo las primarias. Es decir, los medios de los enemigos del partido que celebra primarias harán campaña por el/la candidato/a que crean que es peor, y de todos es sabido la capacidad de influencia de los mass media hoy por hoy.

    Y es que se mire como se mire, las primarias en todos los casos lo que hacen es transmitir al exterior una imagen de división. Los grandes partidos con inmensas maquinarias propagandísticas a su servicio saben que en unas semanas pueden remontar la situación. Les basta con repetir hasta la saciedad en todos sus periódicos, radios y televisiones que la división y el juego sucio (que muchas veces se da, véase ahora el PSOE madrileño) no era más que sano debate democrático, y que están más unidos que nunca. Pero para los partidos pequeños la situación es muy distinta. Cuando los medios de comunicación sólo sacan a la luz las miserias y nunca las virtudes, remontar la imagen de "son pocos y además mal avenidos" es prácticamente imposible. Y eso se traduce inevitablemente en pérdida de votos.

    Para mí la situación ideal es utilizar los cauces internos y democráticos para la elección de candidatos, tendiendo al mayor consenso posible que transmita la unidad necesaria para conformar una propuesta solvente. Pero eso sí, no a cualquier precio. Si no es posible un acuerdo real y hay una división evidente, y si bien no es mi primera opción; la celebración de primarias es algo perfectamente válido. Además, como dices en el artículo, un candidato respaldado por las bases también tiene un gran valor político.

    No estoy en contra de las primarias, sólo digo que no las idealicemos como el súmmum de la democracia, porque eso sencillamente no es así.

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. Debate, ideas distintas oh, qué feliz soy!

    ResponderEliminar